Septiembre 2019
Situémonos en la cintura de México, la parte más estrecha del territorio. De un lado tiene al Océano Pacífico y del otro al Atlántico. Es la región conocida como el Istmo de Tehuantepec, y su importancia no reside solo en la posibilidad de convertirse en el gran paso comercial como han soñado los gobiernos.
Se trata de una de las zonas con mayor confluencia cultural y de mayor diversidad biológica de México. En los 200 km que van de Coatzacoalcos a Salina Cruz, habitan desde hace siglos 11 culturas indígenas.
Aunque el actual gobierno decretó “el fin de la época neoliberal”, el Proyecto Interoceánico impulsado por la “Cuarta Transformación” no parece ser tan distinto. Información a cuentagotas, una prisa inusitada, consultas exprés sin posibilidad de diálogo; pero sobre todo porque observa al Istmo desde una dimensión económica de gran escala.
Por fortuna la experiencia de las comunidades organizadas está probada, han padecido, combatido y en algunos casos revertido a proyectos extractivos. Su mirada diferente les permite avizorar lo que se avecina.
En estos años, en estos días, vivir aquí significa, Resistir el Istmo.